Se le cuestionó sobre el tipo de actividades que solía hacer
en el receso con sus amigos, pues por mucho tiempo se le había considerado
ciego, pero en realidad tenía otro tipo de percepción.
Los
investigadores le preguntaron al infante que como se divertía con los demás en
su tiempo libre, digamos, entre clases.
¿Qué
es lo que suele hacer normalmente?
Para
sorpresa, el chico le dijo que le gustaban muchos los deportes que involucran
algún balón, especialmente si esta gira en el aire y obliga a la gente a correr
tras el para golpearlo, ya sea con la mano o el pie, eso daba lo mismo.
¿Cómo
es que puede ver la pelota?
Pues
es simple dijo, siento el movimiento de las cosas y corro tras ellas.
¿Similar
a cualquier pequeño de su edad?, ¿pero, cómo es que la ve?, ¿no puede percibir
los objetos que no se mueven?
Por
eso es por lo que le gustan esos juegos, la esfera siempre se está moviendo y
eso hace que sea imposible no verla, además, como lo demás pierde relevancia,
pues no se distrae y suele jugar con confianza.
¿Puede
leer?
Sí,
pero no como los demás, tiene que estar jugando con la libreta para que los
caracteres sean detallados y cobren sentido.
Estaban
asombrados los investigadores. Tomaron un descanso para que el muchacho
regresara a sus clases.
Deliberaron
y decidieron que lo mejor era observarlo antes de saber a qué se enfrentaban,
pues claramente sus dudas estaban fuera de contexto y no conseguían las
respuestas buscadas.
Les
costaba saber cómo hablar con el infante para que todo saliera según lo
planeado, así que la estrategia de verlo jugar parecía de lo más coherente en
esos momentos.
Se
acomodaron en un lugar recóndito y fuera de la vista del pequeño.
Empezaron
a jugar algunos de ellos y él fue uno de los primeros en integrarse, los demás
niños no lo discriminaban.
Era
increíble lo bueno que era aquel joven para jugar, no se le iba ningún balón y
tenía mucha habilidad, más que cualquiera de los otros, era el más apto para
los deportes, a pesar de que su visión era prácticamente nula.
Los
maestros les habían comentado que el chico podía ver, pero no distinguía
colores, ninguno. Solo era en blanco y negro sin escalas, al menos así se lo
indico el director. Le mostraron unas cartas de los médicos indicando que su
visión era única en el mundo, que no percibía escala alguna en cuanto a lo
cromático.
Parecía
que a nadie le importaba aquel caso, como si fuera era algo irrelevante. Con
que le fuera bien en las materias y socializara, lo demás era meterse en
cuestiones ajenas.
El
chico corría rápido, pateaba el balón y a veces lo golpeaba con los brazos,
siempre bien dirigida la dirección hacia sus amistades.
Se
veía como un niño normal, no había diferencia alguna.
El
director se les acercó para preguntar si no necesitaban algo y al momento se
pusieron a hablar de aquel caso, muy especial y único.
Mientras
trascurría la plática, lo que les contaba les hacía parecer que el chico era
ciego si se quedaba quieto, sin poder percibir absolutamente nada. El director
les contó que él niño veía solo “blanco” cuando estaba quieto, pero, de repente
aparecían figuras de color negro.
Era
muy extraño, como si fuera un murciélago enviando sondas para que rebotaran y
poder describir con cierta certeza su alrededor.
Solo
que aquel infante no enviaba ondas, parecía que su visión constaba del
movimiento, si algo estaba quieto, pasaba desapercibido.
Uno
de ellos le preguntó al director que como era posible que el muchacho pudiera
leer, pues las letras no se mueven.
Rio
el director, eso mismo se había preguntado, pero la respuesta era más sencilla
de lo que parecía. Lo impreso no se mueve, pero él sí, así que puede captar el
movimiento hasta de lo que parece estar quieto.
Se
levantó para despedirse diciendo:
—Ese
jovencito, mientras se esté moviendo, puede ver mejor que ustedes y yo, sus
reflejos son impresionantes. Es todo un prodigio en los deportes y sabe leer
muy bien las jugadas y el movimiento del balón. ¡Es excepcional!, simplemente
no lo entendemos, solo porque no estamos acostumbrados a ese otro tipo de
visión.
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